La Argentina y la cuestión de las drogas: una propuesta para repensar el debate público.
miércoles, 23 de septiembre de 2015
miércoles, 16 de septiembre de 2015
DROGAS: UNA INICIATIVA PARA EL DEBATE - Documento de Convergencia
DROGAS: UNA
INICIATIVA PARA EL DEBATE
Documento de
Convergencia
Hace
ya más de un año se presentó un documento de convergencia entre representantes
de diversas corrientes políticas y experiencias profesionales, referido al
problema de las drogas, con la intención de promover una discusión pública
seria respecto a un tema tan delicado. De ese
debate plural surgieron otros textos más breves que, junto al documento
referenciado, pueden consultarse en el sitio cuestiondrogasargentina.blogspot.com. Como observamos que a pocos meses de las elecciones para autoridades
de los poderes Ejecutivo y Legislativo el nivel y alcance de tratamiento de la
cuestión es francamente decepcionante, los abajo firmantes queremos insistir en
fijar nuestra postura y reclamar un debate más informado y menos superficial
sobre este asunto.
Diversas voces de la sociedad argentina y desde el
Estado han expresado, con distinta intensidad y propósito, la inquietud que
despierta en la ciudadanía el fenómeno de las drogas. En esa dirección, nos
parece importante contribuir con un aporte conceptual y propositivo en la
materia. Nos motiva únicamente la convicción de que es hora de discutir
seriamente sobre el tema pues la negación o tergiversación del mismo solo
alienta a los que, con una agenda preconcebida basada en el temor, la
ignorancia y la ampulosidad, pretenden instaurar una estrategia de “guerra”, en
la que tendrían un lugar protagónico las FFAA, en contraposición con la legislación
vigente.
Premisa
A la fecha la Argentina no posee un diagnóstico
integral del fenómeno de las drogas. Por diagnóstico integral entendemos la
existencia y disposición en todos los niveles del Estado de un conocimiento
institucional exhaustivo, sistemático y actualizado del fenómeno de las drogas.
Ese no es el caso de nuestro país donde desgraciadamente ha prevalecido la
presunción, la intuición y la improvisación en la materia. Urge que cualquiera
sea el gobierno que asuma el 10 de diciembre, éste se aboque a llevar adelante
estudios e informes rigurosos y basados en la evidencia en torno a las drogas,
a coordinar su socialización en todo el aparato estatal y a divulgarlo al
conjunto de la sociedad para concitar su legitimización.
Principios
1. El énfasis de toda política pública hacia las
drogas no debe localizarse en la sustancia propiamente dicha sino que debe
colocarse en la ciudadanía, su bienestar, cohesión y convivencia en el marco de
un sistema democrático. La atención del Estado y de la sociedad debiera
situarse en comprender y reducir los factores de vulnerabilidad de las
personas.
2. Resulta clave comprender
que, de hecho, la mejor manera de enfrentar esta problemática es tanto una
sensible política hacia las drogas como una buena política pública en materia
de educación, empleo, salud, juventud, derechos humanos, justicia, entre otras.
Las drogas son un síntoma de algo mucho más hondo y su eventual superación
requiere afrontar los dilemas y retos estructurales que lo nutren y
multiplican.
3. La legislación argentina –más allá
de las críticas que sin duda merece la ley de estupefacientes-, no contempla ni
favorece la “guerra a las drogas”. Prevé el apoyo de las FFAA a las operaciones
de seguridad interior a través de sus servicios de arsenales, intendencia,
sanidad, veterinaria, construcciones, transporte, ingenieros y comunicaciones.
Los elementos de combate de las fuerzas militares están especialmente
adiestrados para la utilización de la violencia en un grado extremo, por ser
ésta una característica inherente de la guerra y carecen de capacitación para
actuar bajo las órdenes de jueces y fiscales. Por el contrario, los integrantes
de las fuerzas de seguridad son instruidos para la prevención del delito y
entrenados para utilizar la violencia como un último recurso, aplicando
criterios de razonabilidad y escalamiento en el eventual uso de la misma.
Además, están formados para desempeñarse bajo la conducción de funcionarios
judiciales. Consecuentemente, la participación de fuerzas de combate frente a
los problemas de seguridad pública solo puede deparar los desgraciados
resultados en términos de violencia y abusos que se observan en otros países de
América Latina, algunos de los cuales en reconocimiento de las circunstancias
descritas han comenzado a ensayar otro tipo de respuestas, como testimonia la
reciente creación de un cuerpo de Gendarmería en México.
4. Ante la comprobada
imposibilidad de alcanzar una única, implacable y rápida solución al fenómeno
de las drogas es importante tener en cuenta que la alternativa más aconsejable
pareciera ser desplegar con flexibilidad un conjunto de iniciativas de mediano
y largo plazo. Este modo de aproximación debe atender la problemática de cada sustancia según en su
propia singularidad y efectos sanitarios,
sociales y económicos. El desarrollo de políticas de regulación modulada, según
las características de cada narcótico, resulta imprescindible si se aspira a
contener, y eventualmente revertir, las manifestaciones más deletéreas del
problema de las drogas.
5. La extensión y consolidación
de la legalidad y la estatalidad debiera estar en el centro de toda estrategia
sobre las drogas. El narcotráfico y el crimen organizado se nutren de la
ilegalidad y se fortalecen con la ausencia estatal. Sin ley y sin Estado
prosperan poderosos actores violentos que se enraízan socialmente mediante la
regulación mafiosa de los negocios ilícitos.
6. Los efectos socialmente más
dañosos del problema de las drogas, como por ejemplo la extrema violencia
asociada a la apropiación y el control del negocio ilegal así como la
corrupción y descomposición de las instituciones públicas, no surgen como
efecto directo de los narcóticos sino de los fallidos intentos represivos
dirigidos a eliminar esos mercados ilícitos.
7. Una equívoca política de
abordaje al fenómeno de las drogas genera más problemas que soluciones; lo cual
exige evaluar permanentemente los efectos nocivos y las consecuencias no
buscadas de la lucha contra los narcóticos. Al hacerlo es fundamental examinar
los costos y beneficios de la estrategia vigente así como los de las opciones
alternativas.
Propuestas
Con base en experiencias
mundiales que ya se conocen y hasta tanto se cuente con un diagnóstico integral
como el mencionado, puede resultar conveniente un debate más plural en torno a
lo siguiente:
1. En la ecuación entre
políticas de control de la oferta y políticas de reducción de la demanda, las
segundas son mucho más eficaces y menos onerosas para hacer frente a la
cuestión de las drogas. La Argentina ha tenido por años una prioridad errada al
dedicar masivamente más dinero para lo primero. Nos parece esencial repensar el
destino de los recursos públicos asignados a la superación del fenómeno de las
drogas, redireccionando el esfuerzo fiscal a la prevención, la detección precoz
y el tratamiento (desintoxicación, ambulatorio, residencial, semiresidencial)
de los usuarios problemáticos de drogas.
2. Ante la disyuntiva de
involucrar a las fuerzas armadas en tareas para las que no están profesional y
doctrinariamente preparadas o mejorar los sistemas de inteligencia criminal
para identificar, evaluar y eventualmente
neutralizar el delito organizado, la segunda opción resulta más ventajosa en
términos funcionales y presupuestarios. La experiencia de los países de la
región que han apelado a las fuerzas militares para enfrentar este problema,
muestra una dudosa eficacia respecto al control de la oferta de narcóticos,
pero invariablemente han provocado un aumento en los niveles de corrupción,
violencia e irrespeto por los derechos humanos. La Argentina, que supo
construir con un amplio consenso pluripartidario una taxativa diferenciación
funcional en las responsabilidades de sus fuerzas armadas y de las de
seguridad, no debiera tentarse por los cantos de sirena que estimulan la
militarización del problema. Para tal fin, consideramos esencial robustecer la
capacidad anticipatoria y disuasiva del Estado en materia de inteligencia
criminal.
3.
Frente al dilema de concentrarse en los eslabones
más débiles en la cadena de las drogas o aglutinar esfuerzos institucionales
para perseguir la criminalidad organizada, la segunda opción es más compleja
pero también más decisiva para minimizar los efectos del lucrativo negocio de
los narcóticos. Las autoridades, tanto en el nivel federal como provincial, se
han dedicado, sin mucho éxito a criminalizar a consumidores y pequeños
vendedores y contrabandistas (muchos de ellos gente pobre que ingiere
cápsulas). Nos parece esencial que la Argentina enfoque la mayor parte de su
política anti-drogas en la investigación y desarticulación de las grandes
bandas de narcotraficantes y en quienes les otorgan protección política y
policial; como también en los gerentes que utilizan la opacidad del sistema
financiero para lavar las ingentes ganancias de este negocio, producto de
niveles de rentabilidad que solo pueden explicarse por la ilegalidad misma de
estos mercados.
4. En cuanto a la encrucijada
entre más sanciones y medidas orientadas a combatir la sustancia misma—su uso,
expendio y tráfico—y más acciones y dotación para disminuir los niveles de
violencia derivados de la condición de ilicitud del fenómeno de las drogas, el
segundo sendero es más promisorio para el bienestar ciudadano y la
relegitimación de las instituciones públicas. El país se ha dedicado más a lo
primero al tiempo que desde los noventa las manifestaciones de violencia han
venido ascendiendo gradualmente, afectando principalmente a los sectores más
desprotegidos y más vulnerables de la sociedad. Nos parece esencial que haya
una conciencia mayor entre los dirigentes nacionales de que la reducción de la
violencia no puede seguir siendo un eslogan electoral y que no se puede avanzar
en la generación de confianza ciudadana sin una profunda reforma policial.
5. La ilicitud en la comercialización
de determinado tipo de drogas y la regulación normativa de otras son producto
del derecho positivo y por tanto pasibles de ser ajustadas en función de los
costos y beneficios que pudiera entrañar dicha regulación o prohibición. Los
logros alcanzados en materia de control, prevención y tratamiento en los
mercados y en el consumo de alcohol y nicotina, bien podrían alcanzarse en
otras sustancias. En el mismo sentido, hay experiencias no tan lejanas de los
efectos deletéreos que tuvieron los conatos de control de los mercados de
comercialización de alcohol. Siempre resulta bueno apelar a la experiencia
internacional comparada para emular las buenas prácticas y experiencias y para no
repetir errores de terceros.
En síntesis, los abajo
firmantes creemos que se presenta una oportunidad inmejorable para que
candidatos presidenciales y legislativos, organizaciones no gubernamentales,
funcionarios en actividad, representantes de los tres poderes del Estado,
sindicatos, científicos, empresarios, políticos, académicos, comunicadores,
jóvenes y ciudadanos en general discutamos con franqueza y equilibrio las bases
de una política pública innovadora y democrática en materia de drogas.
AGUSTÍN COLOMBO SIERRA, NICOLÁS COMINI, ENRIQUE DEL PERCIO, ALBERTO FOHRIG, ERNESTO LÓPEZ, JUAN LÓPEZ CHORNE, PABLO MARTÍNEZ, JOSÉ PARADISO, RAÚL SÁNCHEZ ANTELO, LUIS TIBILETTI, MARIA DE LA PAZ TIBILETTI, JUAN GABRIEL TOKATLIAN, JOSÉ MARÍA VÁSQUEZ OCAMPO, LUIS ABAD, CLARA ABELENDA, VICTOR ABRAMOVICH, CARLOS ACUÑA, JUAN MANUEL ALESSANDRO, JORGE ARIAS, ARIEL ARMONY, LEON CARLOS ARSLANIAN, LUIS AZNAR, RUBEN BAG, CELIA BELMES, MARCELO BERGMAN, JORGE BERNETTI, MARIA DEL CARMEN BIANCHI, ALBERTO BINDER, HERMES BINNER, DAVID BLAUSTEIN, LUIS BLENGINO, MARTIN BOHMER, JOSÉ O. BORDÓN, SEBASTIAN BORRO, RODOLFO BRARDINELLI, PABLO BULCOURF, MARIO BURKUN, NANCY CALVO, RAQUEL CASTRONOVO, JAZMÍN CASTAÑO, FRANCO CASTIGLIONI, MARCELO CIARAMELLA, ANA CLEMENT, ROBERTO "TITO" COSSA, GASTON CHILLIER, EDUARDO DE LA SERNA, KHATCHIK DERGHOUGASSIAN, DANIEL DÍAZ, EDUARDO DVORKIN, ARNOLDO EDERLE, EDUARDO ESTEVEZ, ARTURO FERNANDEZ, MARÍA BELÉN FERNÁNDEZ, SANTIAGO FERNANDEZ, JORGE FLORES, ENRIQUE FONT, RICARDO FOSTER, RUBEN FURMAN, MARIANO FUSERO, CARLOS GABETTA, ROBERTO GARGARELLA, NILDA GARRÉ, GUSTAVO GENÉ, MEMPO GIARDINELLI, ISIDORO GILBERT, ANÍBAL GUTIÉRREZ, RODOLFO HAMAWI, PABLO JACOVKIS, ANA JARAMILLO, EDUARDO JOZAMI, MARIO JULIANO, GABRIEL KESSLER, FABIAN LAVALLEN, GERMAN LODOLA, ALEJANDRO LÓPEZ ACOTTO, CRISTINA LÓPEZ MEYER, MARIO LOZANO, FORTUNATO MALLIMACI, CARLOS MENASSE, JUAN L. MÉREGA, CAROLINA MERA, JUAN CARLOS MOLINA, MANUEL MORA Y ARAUJO, LUIS MORENO OCAMPO, ALEJANDRO MOSQUERA, ALBERTO MOYA, DANIEL MUCHNIK, LUIS OSLER, VICENTE PALERMO, GUSTAVO PALMIERI, HERNAN PATIÑO MAYER, VERONICA PEREZ TAFFI, LUCIANA POL, NATALIA PORTA LÓPEZ, ADRIANA PUIGGRÓS, RICARDO RABINOVICH, BRIGIDA RENOLDI, CARLOS RESIO, JESUS RODRIGUEZ, NICOLAS RODRIGUEZ GAMES, SILVINA ROMANO, JULIETA ROSTICA, JULIO RUDMAN, MARCELO SAIN, BEATRIZ SARLO, PABLO SCHAMBER, SYLVIA SCHULEIN, ANDRES SERBIN, ANDREI SERBIN PONT, GERMÁN SOPRANO, HUGO SPINELLI, PABLO STEFANONI, HECTOR STUPENENGO, MIGUEL TALENTO, LUIS TONELLI, GRACIELA TOUZE, IGNACIO VELEZ, HORACIO VERBITSKY, PEDRO VILLAGRA DELGADO, WALDO VILLALPANDO, ALEJANDRO VILLAR, MARINA VITELLI, JORGE WATTS.
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